Cancún ‘All-Inclusive’
Cancún ‘All-Inclusive’: Por Una Playa de Libre Acceso Colaboración con Fernando Rodriguez Manjarrez Las playas de México son públicas… O eso es lo que dice la ley. Sin embargo, un viaje a cualquiera de nuestras costas abrazadas por el turismo contará una historia diferente. La playa mexicana se ha vuelto sinónimo de un sinfín de grandes cadenas hoteleras; nos ofrecen una experiencia “all-inclusive”, una alberca en colindancia con la arena, una experiencia única donde la costa pasa a ser propiedad exclusiva del turista. De cierta forma estamos hablando de un logro de nuestro país: en nuestras costas se oyen hablar todos los idiomas, nos vienen a visitar de todos los rincones del mundo. Pero, ¿acaso no es cierto que la experiencia de playa es nuestra únicamente mientras seamos huéspedes de uno de estos grandes hoteles? ¿Que la costa se ha vuelto excluyente de los mismos habitantes y trabajadores de su ciudad? ¿Que se han cometido cadenas de ecocidios en nombre de la ‘derrama económica’ que esto supone? No, la playa mexicana no es pública: y no lo será mientras siga existiendo una cultura donde la mercantilización exista por encima de la ciudad. No, la playa mexicana no es pública: ha sido víctima de un hambre voraz de la industria hotelera. Y este efecto tiene un nombre: se llama la “cancunización”. Cancún no fué la primera ciudad en definirse por una fórmula de colonización hotelera o inmobiliaria, pero sí se podría decir que fue la ciudad que la perfeccionó y que la llevó a su expresión más violenta. Y si algo nos ha enseñado la tragedia sucedida hace unos meses en Acapulco (su ciudad antecesora) a manos del Huracán Otis, es que la diáspora de construcción a raz de la arena no solo es equivocada, sino también insostenible. “Cancún ‘all-inclusive’” es un planteamiento utópico que proyecta una reapropiación de selva y ciudad a lo largo de la zona hotelera de Cancún; buscando un modelo horizontal de compartir la costa, sin negar la vocación económica del turismo. No pretende ser una crítica al turista, sino a las políticas públicas y fórmulas que han permitido la venta impune de nuestro litoral. Nos apropiamos del término ‘all-inclusive’; lenguaje hotelero que implica una experiencia a modo de burbuja en unos cuantos metros cuadrados (sin una verdadera derrama en la ciudad), y lo traducimos a todos-estamos-incluidos. Porque en este planteamiento, la costa vuelve a ser de libre acceso. Para lograr esto se propone un injerto transversal o transepto cada 500m a lo largo del Boulevard Kukulkan: vía paralela a la playa y que conecta toda la zona hotelera. A manera de una intervención de ‘acupuntura’, estas líneas se comportan como llagas que cortan puntualmente a través del tejido existente de los hoteles. Una intervención lineal que propone la acción repetida de ‘vaciar’ a lo largo de estas líneas: abriendo paso a una serie de accesos públicos a la playa. En esta propuesta el hotel sigue siendo hotel, pero al romper puntualmente a través de su densa muralla de exclusividad, deja de tener un monopolio sobre el acceso y los servicios de la playa. En otras palabras, un vacío que permite que tanto selva como ciudad se extienden hacia la costa; una reconquista de Cancún. Como toda utopía, “Cancún all-inclusive” depende de lo ilusorio, lo irrealizable o mítico; pero busca ante todo un cuestionamiento de las fórmulas que se han establecido para el turismo de playa en nuestro país; cuya impunidad ha llegado al punto de lo absurdo. Con esta propuesta buscamos preguntar, ¿no existirá acaso una alternativa?
Créditos
Maite Garcia-Lascurain, Entrada para el Premio Felix Candela sexta edición, 'Injerto'.